sábado, 21 de junio de 2008

emos... fuente: el heraldo

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A la sombra de los emo:
Por RICARDO RODRÍGUEZ VIVES
Los escasos representantes del movimiento emo en Barranquilla caminan amedrentados entre las sombras del anonimato. Odiados por algunos, vistos con curiosidad por otros, en el mundo del rock el emo representa la última tendencia contra-cultural —paradójicamente— absorbida por la maquinaria comercial discográfica.Su estética, actitudes y filosofía particular de la vida los ha colocado en objeto de polémica para un amplio sector de la población. Las madres, inquietas, observan en la televisión noticias acerca del maltrato físico que se ha empleado contra muchachos por identificarse con esta corriente cultural; estadísticas que aseguran un porcentaje de suicidios; autolaceraciones y una visión del mundo plagada de sentimientos depresivos y ultrasensibles.Para la opinión general, un presunto halo de aflicción parece rodear todo lo que tenga que ver con los emo.Entre los miembros de esta subcultura en Barranquilla, una cosa es cierta: la mayoría arrastra un clima de temor. Comprenden que su atuendo —cabello liso que les cubre la frente, los colores oscuros, pantalones bota ‘tubo’, zapatos ‘Converse’, delgadez— llame la atención en las personas y que, incluso, provoque cierto rechazo. Pero no comprenden del todo por qué son agredidos tan encarnizadamente por las otras subculturas del rock.En un principio, ninguno de los jóvenes entrevistados quiso dar informes para el reportaje. Algunos temían ser identificados por grupos rivales, como los punk; finalmente, dieron su aceptación, imponiendo como condiciones no colocar ninguna fotografía, ni su nombre verdadero. Son delgados, de piel clara, aire reflexivo y serio. Su edad oscilaba entre los 16 y los 21 años, la edad clásica del emo. El lugar de encuentro fue el parque Venezuela, en la noche. “Sabemos que la intolerancia con el movimiento es mundial. Lo que sí me gustaría saber es lo que mueve a la gente que no solo rechaza, sino también nos agrede. Un punk puede salir con su cresta de pelos teñida a la calle, y todo está bien; un metalero sale con su cabellera larga y vestido de negro, y eso también es aceptado; un emo sale de su casa, y es objeto de burla y desprecio. Y no tienen idea de qué es lo que somos”, explica Javier*, entre la penumbra de los árboles.A su lado está Fernando*, de 17 años, y Clara*, de 16, más extrovertida que sus compañeros masculinos. La joven parece un ángel adolescente de cabello castaño, grandes ojos marrones, camiseta verde pastel y ‘Converse’ rojos. Javier, de 19 años, refiere que en la última edición del Miche Rock Festival tuvo un altercado con unos muchachos.“Tocaba ‘Colectro’ en ese momento, y la gente estaba muy animada. Yo llevaba dos vasos de gaseosa en las manos. De pronto me empujaron y caí al suelo, mojándome; al levantarme vi a tres ‘hardcoreros’ riéndose que me decían ‘emo polilla’.Cogí uno de los vasos, medio lleno, y se lo lancé a uno de ellos. Después corrí, porque no tenía oportunidad contra tres ‘manes’. Si no llega un policía a detener la persecución que me hicieron, me linchan.No les hizo nada, simplemente los apartó, amenazando con llevarlos a una patrulla. Tuve que irme inmediatamente con mi novia, para evitarme algo”, recuerda el joven. Los jóvenes se consideran de temperamento pacífico, “pero en un caso así, ¿quién no reacciona con rabia?”, dicen.

EMOTIVIDAD EXTREMA
En líneas generales, la palabra emo procede del anglicismo ‘emotion’ (emoción) para definir un género rockero de múltiples influencias musicales, entre las más marcadas, el punk y el hardcore.El movimiento se originó en Washington a mediados de los ochenta, conociéndose tiempo después como ‘post-hardcore’ y ‘emotional hardcore’ (emocore). Siendo el hardcore un género agresivo musicalmente, de líricas sociales, el sonido existencial del emo alternaba períodos de alegría y calma con súbitos ataques de furia; emotividad instintiva, en estado puro. Las bandas pioneras del estilo fueron ‘Fugazi’ y ‘Embrace’.El género tomaría mayor fuerza en la juventud a finales de los noventa, pero la explosión se daría en la presente década con bandas como My Chemical Romance, Thrice, Jimmy eat the World, etiquetadas como emo.Pronto surgió una subcultura de rasgos inconfundibles que acompañaría lo musical. Una actitud ante la vida que intentaba exaltar las emociones primarias de los seres humanos. Entre la opinión pública se filtrarían hechos como supuestas automutilaciones, depresiones severas, tristeza perpetua. También surgiría una vestimenta que, para muchos, es una mezcla de elementos punk, hardcore y gótico.
EMOQUILLEROS
Existe una figura en la subterránea comunidad emo de Barranquilla, reconocida incluso por miembros de otras tribus urbanas. Alberto*, 21 años, guía emo para algunos, dudó que una entrevista fuera provechosa para la subcultura.“Creo que el movimiento no necesita ninguna clase de promoción en los medios. Nosotros, como comunidad, no queremos que nadie nos conozca. Eso es, vulgarmente, ‘boletearse’. De cierta forma, es por culpa del sensacionalismo de los medios que se hayan deformado las cosas”, dice. Ante la insistencia, el joven accedió. Reiteró que no busca promoción, pero considera necesario esclarecer algunos puntos ambiguos y erróneos sobre los emo.“La palabra emo no representa nada. No tiene valor. Nació como un insulto y una burla. Sirve para que algunos que no saben nada, se etiqueten y hagan farándula. De alguna manera, identifica un conglomerado de ritmos musicales con rasgos propios; pero la banda que haga alarde de ser emo, para mí es un chasco ridículo que busca popularidad, vender. Eso va en contra de nuestra doctrina, que es anticorporativa y anticomercial”, dice.
‘Emoquilla’ es el nombre de la pequeña comunidad que recientemente fundó. Con 8 miembros, el objetivo, según Alberto, es guiar a los adolescentes que quieran adoptar la tendencia. “Un ‘pelao’ de 15 años, ¿qué puede saber? Tal vez para él, ser emo es usar un suéter color pastel ceñido al cuerpo y echarse el pelo sobre la cara. No. Pertenecer a este grupo es lanzar un mensaje antidrogas y cero alcohol a la comunidad. Es buscar que crezcas como persona.Es leer, documentarse, saber sobre los aspectos sociales de la vida. Es aceptar a los demás como son, sin importar raza o religión”, explica.El joven rechaza todo tipo de violencia. “Somos pacifistas, y la violencia sería nuestro último recurso. Sin embargo, ser pacifista no significa ser un pendejo. Varias veces he recibido arremetidas de miembros de tribus urbanas, y he tenido que pararme con firmeza a sustentar por qué mantenemos nuestra filosofía”, asegura. Desmiente también, los rumores sobre automutilación y depresiones que aquejan a los emo. “Les digo a los especialistas sobre temas sociales: amamos la vida y respetamos nuestro cuerpo. No se basen en una estética: las convicciones y los compromisos son para seguirlos siempre. Son como un tatuaje”.La esperanza de Alberto es unir a todas las tribus urbanas de Barranquilla. Imagina una escena musical en la que subculturas como los punk, los rude boys, los street punk, los metaleros y cualquier tipo de rockero, departan en camaradería y amistad, aceptando y respetando las diferencias ideológicas de cada grupo.“Se tenía pensada una marcha emo para el 26 de este mes, afortunadamente se canceló. No es el momento, pero llegará una convocatoria en la que diremos a todos que ya basta. Que respetemos y nos unamos, como hermanos rockeros que somos”, precisa.
LAS TRIBUS URBANAS RECHAZAN A LOS EMO
“Lo siento, pero esa gente me revienta —dice Kelmer Santiago, rockero universitario— los que escuchamos rock no aceptamos a los emo. Su ideología no induce a nada bueno. Por eso, les tenemos rivalidad: son puro fashion y estética. Ellos son los autistas del rock”.Luis Reales, miembro de una comunidad street punk, opina que los emo son ‘niñitos’ burgueses que buscan perder el tiempo. “Más que subcultura son una moda. Es algo que va a acabar muy pronto, como todas las tendencias vacías”, asegura.El bajista de la banda de ska-punk ‘Barriada’, Carlos Falla, opina que el emo es un producto reciclado de decenas de géneros, sin identidad propia. “Esa supuesta melancolía parece calcada a la medida, de la actitud de los músicos de rock gótico”, dice.El sicólogo social Luis Fernando Sepúlveda, opina que la tendencia emo es una temporada efímera en la vida de los jóvenes que la adoptan. “Fíjense que es una estética más que todo visual: los cabellos, los pantalones, el cuero en las muñecas, los colores fuertes... por un lado se encierran en sí mismos, abandonándose a una actitud reflexiva, y por otro, intentan llamar la atención con ese tipo de vestimenta.De alguna forma, en el furor del rock alternativo, los miembros de la comunidad ‘grunge’ también se comportaban de esa forma: apáticos a lo comercial, tendencia a tomarse demasiado a pecho a sí mismos, la influencia del punk en su música... no creo que sea una tendencia que trascienda”.
*Nombres cambiados a petición de los entrevistados
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2 comentarios:

rockalter dijo...

simceramente los emo son personas que merecen respeto y son de ojebtivisar burla no es concruyente ala personalidad de ellos dejenlos vivir su vidad y respeten el modo de pensar de la personas diferentes o que piensan de forma unik a los demas

Charlotte dijo...

����No me parece bien lo q dicen soy emo y la burla no es nuestra personalidad les pido q nos tengan respecto anto a mi como a mos amigos